domingo, 21 de septiembre de 2014

Declaración de la renta en Alemania

Una de las muchas cosas que me habría gustado saber cuando llegué a este país es cómo funciona el tema de la declaración. Todavía ahora mis conocimientos son los justitos, así que no pretendo escribir un artículo extraordinario al respecto. Sin embargo, quiero dar algunos datos básicos sobre quién y cuándo debe hacerla, que quizá resulten útiles a otros recién llegados. Yo al menos en aquel momento habría agradecido cualquier información, por poca que fuese.




¿Quién está obligado a hacer la declaración?

Una persona no asalariada debe hacerla si sus beneficios anuales superaron los 8.354 €, o los 16.708 € si está casada (cifras correspondientes a 2014).

Una persona asalariada debe hacerla si en un ejercicio determinado:
  • ha estado en las clases impositivas 3 o 5 —más información aquí—;
  • se le ha aplicado alguna exención de impuestos;
  • ha percibido prestaciones como Arbeitslosengeld, Kurzarbeitergeld, Elterngeld, Krankengeld... superiores a 410 € (el Hartz IV se excluye);
  • ha tenido ingresos extraordinarios como indemnizaciones por despido o participación en los beneficios de su empleador;
  • ha tenido ingresos aparte del salario superiores a 410 € (p. ej. trabajos por cuenta propia, alquiler de inmuebles o intereses bancarios);
  • ha tenido más de un empleador simultáneamente;
  • se ha divorciado y ella o su cónyuge se ha vuelto a casar en el mismo año;
  • su cónyuge residió en otro país pero estuvo registrado en Alemania a efectos fiscales con la clase impositiva 3;
  • su cónyuge ha fallecido.
Aparte de todo esto, cualquiera que sea requerido por Hacienda para entregar declaración está obligado a hacerlo, independientemente de sus circunstancias.

Naturalmente, puede entregarse también voluntariamente aunque no se esté obligado, ya que en algunos casos podría resultar favorable.

Plazos para la entrega

Para los obligados a declarar, el plazo normal termina el 31 de mayo del año siguiente, aunque en determinadas situaciones es posible obtener una prórroga hasta el 30 de septiembre. El plazo se amplía hasta el 31 de diciembre si la declaración se realiza a través de un asesor fiscal —cosa que recomiendo—. O sea, para la declaración del ejercicio 2014 el plazo termina el 31/05/2015 si la presenta uno mismo, y el 31/12/2015 si la presenta un asesor.

Para no obligados (declaraciones voluntarias), el plazo es de 4 años. Es decir, en 2015 se pueden presentar las declaraciones de los ejercicios 2011, 2012, 2013 y 2014.

sábado, 2 de agosto de 2014

Por favor, no me invites a tu boda

Odio las bodas. Cada vez que huelo una, hago uso de todos los medios a mi alcance para evitarla. De una forma u otra, he conseguido sortear un buen número de ellas, pero era cuestión de tiempo que acabaran pillándome en una, como así ha sido.



Antes de cargar las tintas, debo admitir que esta boda en particular me ha sorprendido gratamente. Es posible que me haya dejado deslumbrar por la novedad, no sé, pero me llevé mejor impresión que en otras, ya que se alejó bastante de aquello sobre lo que voy a despotricar en los próximos párrafos. Asimismo, la experiencia me sirvió para conocer ciertas peculiaridades de las bodas alemanas que me llamaron la atención en mayor o menor medida, como por ejemplo:
  • Unas semanas antes de la boda tiene lugar una tradición (Polterabend) que obliga a los novios a recoger los restos de objetos de porcelana —desde platos hasta tazas de váter— hechos añicos previamente por sus amigos.
  • Independientemente de que se celebre una boda religiosa, la que vale realmente es la boda civil, que obligatoriamente debe formalizarse con anterioridad.
  • El regalo se entrega el mismo día de la ceremonia tras la misma, cosa que puede ocasionar más de un traspiés a quien desconozca esta costumbre...
  • Hay personas que solo están invitadas a la ceremonia y otras al "paquete completo" (ceremonia + banquete).
  • Es normal que los invitados acudan con colchones para dormir tras la fiesta nupcial en una estancia común habilitada a tales efectos.

Dicho todo lo cual, paso al despotrique.

Quiero aclarar que no tengo nada en contra del concepto "boda" en sí mismo, si como tal se entiende, simple y llanamente, la unión de dos personas en matrimonio. Lo que no soporto es la insufrible sucesión de paripés en que la gente las convierte. Sencillamente me repugna.

La mayoría de las personas parecen tener la absurda creencia de que ese día no será lo suficientemente especial si no lo convierten en una sangría interminable de gastos. La parafernalia incluye flores, vestidos, fotos, peinados, anillos, coches, banquetes, orquestas, viajes... y un larguísimo etcétera de cosas. Todo pagado a precio de oro, por supuesto —aunque claro, eso no es problema cuando paga papá, como ocurre a menudo—. Francamente, si yo necesitase esos accesorios para casarme, reflexionaría seriamente sobre mis sentimientos antes de ir al altar.

Pero no conformes con esto, el dispendio se hace también extensible a los invitados. Y obviamente esto es lo que más me jode, ya que ahí es mi bolsillo el que sufre. Entre regalos, desplazamientos y chorradas varias, es indecente lo que cuesta ser invitado a una boda. Es la demostración palpable de que lo menos importante es el hecho en sí de casarse. Se trata de un acto de materialismo puro y duro. Todo dios quiere dinero como regalo. ¿Porqué coño tengo que soltar una cantidad ingente de dinero por ir a la boda de nadie? Amigo, si quieres casarte, cásate. Si además quieres disfrutarlo conmigo, pues bien. Pero joder, ¡no hagas de ello un ejercicio recaudatorio! Vas, te casas, nos tomamos algo juntos, nos divertimos y punto. De eso se trata. ¿O no?

La hipocresía comienza ya en el momento en que recibes la maldita tarjeta, con frases del tipo "...nos encantaría compartir con vosotros este día tan especial, por lo que os invitamos a la ceremonia y posterior banquete...".

Vamos a ver. Gran parte de los asistentes son invitados de compromiso, así que no me vengas con que quieres celebrar ese día con tu gente especial. Eso es una verdadera patraña. En esos eventos se dan cita decenas —cuando no cientos— de desconocidos —incluso para los novios—, sin mayor interés que el de beber y comer como bestias hasta no poder más. Yo entiendo una boda como algo íntimo donde, a lo sumo, debe acudir un selecto grupo de gente especialmente allegada, con la que realmente deseas compartir ese día, y que a su vez desea compartirlo contigo. Todos los demás sobran. Se supone que vas para compartir el día con los novios, pero en realidad es con ellos con los que menos estás. Terminas pasándote el día con una panda de borrachos que no conoces de nada.

Por otro lado, me hace gracia el uso de la palabra "invitar". Para empezar, son los padres de los contrayentes quienes suelen correr con los gastos de tan suntuoso festín —¡así cualquiera invita!—. Y aparte, teniendo en cuenta la pasta del regalo, los asistentes pagamos con creces nuestro cubierto. Así que, en realidad, somos nosotros quienes los invitamos a ellos. ¡Debería ser yo el que les enviase la tarjetita de invitación!

Así que, amigos míos, si tenéis planes de boda y queréis que lo celebremos juntos, de acuerdo. Pero si pensáis convertirlo en el circo habitual, por favor, ¡no contéis conmigo! Os lo agradeceré enormemente. Ah, y lo mismo aplica a bautizos, comuniones, etc.

sábado, 5 de julio de 2014

Gratis

Hay ciertas cosas por las cuales, en España, es impensable tener que pagar. Estamos acostumbrados a que sean "gratuitas" y cualquier intento de hacerlas de pago es considerado una grave afrenta y es rechazado ferozmente. Llegar con esa filosofía a Alemania, país donde se paga por todo, me deparó no pocos disgustos y cabreos monumentales. Pero, ¿es esta práctica tan negativa como creemos?




Por supuesto, a mí tampoco me gusta que me hagan pagar "generosamente" por las cosas más insospechadas —¡y a quién sí!—. Sin embargo, mi postura ante este tema ha ido evolucionando sensiblemente, hasta el punto de llegar a verle aspectos positivos en algunos casos. Estoy pensando en situaciones habituales en España, como por ejemplo:
  • Una noticia en la que se hablaba de un mercado medieval que iba a celebrarse. La crónica mencionaba que los asistentes contarían con diversas atracciones y actividades gratuitas, así como también regalos de recuerdo para todos. (Reflexión en voz alta: ¿Porqué hay festivales "medievales" por todas partes sin venir a cuento? ¿No se conocen otros periodos históricos?).
  • Otra promoción similar anunciaba una fiesta gastronómica en la que se repartían raciones gratis del producto en cuestión.
  • También son comunes los conciertos gratuitos, especialmente en fiestas patronales, así como exposiciones, obras de teatro y otros eventos.
  • Y mi favorita. La del club de fútbol endeudado hasta las cejas durante años —uno de tantos— que finalmente se encuentra al borde de la quiebra. Un grupúsculo de aficionados demandan que las instituciones públicas se hagan cargo del club para cubrir sus deudas y evitar su desaparición.
Esta última es, con diferencia, la que más enfermo me pone. ¡Tienen más cara que espalda! Una empresa normal y corriente que lleve esa misma trayectoria se va al tacho en dos días. Y no la salva ni Dios. Sin embargo, los clubes de fútbol pueden despilfarrar lo que quieran, recibir dinero público a espuertas y ser rescatados cuando están en el abismo. Es que "se juega con el sentimiento de una afición", dicen ellos. Pues si estáis tan comprometidos con el club lo tenéis bien fácil. Es vuestro club. No tenéis más que poner de vuestro bolsillo el dinero necesario y listo. Mira qué fácil. Podéis resolver el problema vosotros solitos sin que nadie más intervenga. ¿Porqué tenemos los demás que pagaros el pasatiempo a los cuatro pelagatos que váis al estadio?

El resto de casos citados también son dignos de análisis. ¿Qué aporta regalar objetos, comida o entretenimiento solo por que sí? ¿Atraer buitres interesados únicamente en obtener lo que se reparte sin darle ningún valor? ¿Gente a la que le importa un bledo esa tradición y que no volverá a aparecer por allí en cuanto dejen de darle limosna? ¿Quién no ha visto peleas patéticas entre adultos hechos y derechos por rapiñar todos los regalos posibles, que al poco tiempo acaban tirados en cualquier esquina?

El planteamiento que observo aquí en Alemania va en otra línea. Si vas a mercadillos de Navidad o fiestas similares puedes llevarte la tacita de recuerdo por un par de euros. Si para ti tiene ese valor y quieres conservarla, la pagas y es tuya. Si no lo tiene, la dejas y punto. En eventos de exaltación gastronómica no regalan la ración de turno. Si la quieres probar te la pagas —y no barata precisamente—. Por visitar lugares pintorescos o monumentos históricos no te cuento los sablazos que te meten. Incluso por ver desfiles de carnaval que no son nada del otro mundo la gente paga hasta 6-7€. Y están a tope. Así colaboran a financiar sus tradiciones y patrimonio. Pero lo hace quien quiere. Al que le importa un carajo, pues no va y no paga. No tienes porqué subvencionar los vicios de los demás con tus impuestos. Ese dinero es para otras cosas.

Al principio me costó aceptar esta filosofía, pero más tarde empecé a apreciar sus beneficios. ¿Porqué?:
  • Primero, porque decir que algo es gratis es rotundamente FALSO. Me hace mucha gracia el empleo de la palabra gratis. Ese supuesto "regalo" no es tal, pues te lo están haciendo con tu propio dinero. Con el dinero de todos. Puede que te esté costando incluso más que si lo pagases directamente, en lugar de hacerlo indirectamente a través de tus impuestos. Y además así lo tienes que pagar sí o sí. Tanto si te gusta como si no. Tanto si vas a disfrutarlo como si no.
  • Segundo, porque a mí nadie tiene que decirme lo que es cultura, y mucho menos usar dinero público para regalármela. El que quiera algo, que se lo pague. Si una cosa tiene verdadero interés para la gente, ellos mismos se encargarán de que perdure en el tiempo. Si no es así, es que sencillamente no interesa y, por tanto, no hay porqué gastar ni un céntimo de dinero público en ello. Esta es otra forma de despilfarro de las muchas que conocemos en España.
Por eso, aquellos que se ponen como locos cuando les suprimen algún evento o les hacen pagar por él, deberían saber lo que les cuesta en realidad mantenerlo. Entonces veríamos si les interesa de verdad o si prefieren mejor otras prioridades, como una buena sanidad, una buena educación, etc, etc.

sábado, 14 de junio de 2014

Entrevista para Multicoolty

En esta ocasión podéis leerme en Multicoolty, un blog en el que personas de diversas nacionalidades cuentan sus experiencias como inmigrantes en Alemania.

domingo, 18 de mayo de 2014

Elecciones municipales en Alemania

Coincidiendo con las elecciones europeas del 25 de mayo, en varios estados alemanes, se eligen también los representantes del pueblo en municipios y "comarcas" (no encuentro una palabra del todo adecuada para designar esta unidad administrativa a medio camino entre la provincia y el municipio de España). Este batiburrillo llamado Unión Europea, establece que, a nivel local, los inmigrantes votemos en el país de residencia y no en el de procedencia —al contrario que en las elecciones generales—. Esto me ha dado la ocasión de descubrir algunas peculiaridades del sistema electoral alemán que me han llamado la atención. Paso a relatarlas.


La primera curiosidad es el modo en que se desarrolla la campaña. No tengo prácticamente la sensación de estar a las puertas de unas elecciones. Hay algunos carteles por la calle, sí, pero sin saturar. Muy lejos de las estridencias que acostumbramos a ver en España (véase: coches con megafonía a todo trapo, mítines a gogó...). Asimismo, mi buzón no ha sido inundado con papeletas y propaganda de los partidos. He recibido únicamente dos o tres folletos, que también en su contenido se diferencian de lo que se estila en España.

En dichos folletos aparecen las fotos de los candidatos acompañadas de su nombre, edad, estado civil, número de hijos, profesión y aficiones. En algún caso figura incluso su domicilio y un breve extracto de sus actividades profesionales y políticas. Es casi un "mini-currículum". Estoy acostumbrado a que, en Alemania, todo tipo de profesionales (ya sean dentistas, asesores, técnicos, jardineros u otros cualesquiera) incluyan datos personales al promocionarse, pero resulta chocante verlo en política. Sin embargo, me parece lógico que así sea. ¿No nos piden a todos un CV cuando queremos conseguir un trabajo? Pues igualmente deberíamos conocer los estudios y experiencia de quienes pretenden ocupar un cargo político para seleccionarlos con cierto criterio, ¿no?

Otro asunto llamativo en comparación con España es la mecánica de la votación. La cosa va más o menos así:

1.- En cada corporación hay un número determinado (llamémosle x) de escaños a cubrir, en función del número de habitantes. Cada votante tiene derecho a emitir x votos, o sea, tantos como escaños hay en disputa.

2.- Esos x votos pueden otorgarse a los miembros de una misma lista (mismo partido) o pueden distribuirse entre varias listas diferentes. El número total de votos no puede exceder de x, o se considerará nulo.

3.- Puede asignarse más de un voto (hasta un máximo de tres) a un mismo candidato, sea de la lista que sea. Para ello hay que escribir el número deseado en el recuadro de la papeleta designado para tal efecto. Para otorgar un voto a un candidato se escribe un '1' o una 'X'. Para otorgarle dos votos, un '2'. Para otorgarle tres votos, un '3'.

4.- Puede optarse por entregar solo una papeleta (de una lista o partido) sin modificar (sin ningún candidato explícitamente marcado). En ese caso, cada miembro recibe un voto (correlativamente según su puesto en la lista, hasta repartir el máximo de x).

5.- Alternativamente, pueden entregarse una o varias papeletas modificadas (con candidatos explícitamente marcados) si lo que se desea es elegir personas de diversas listas. Para ello hay dos opciones:
  • a) Papeleta única: se marcan los candidatos deseados en una de las listas y luego se añaden en ella (escritos a mano) el resto de nombres junto con los votos que se le quieren otorgar.
  • b) Papeletas múltiples: se entregan todas aquellas listas de las que se quiere elegir algún candidato, marcando en cada una la repartición deseada de votos.

Puede discutirse qué sistema es mejor o peor y habrá opiniones para todos los gustos. Mi sensación personal es que este método concede más libertad al votante y anima más a participar. Posiblemente sea uno de los factores que diferencian a una democracia madura de una que hace aguas —como la española—. ¿Cómo lo veis vosotros?

viernes, 4 de abril de 2014

El peligro de los "errantes ciegos"

Con el término Blindgänger se designa en alemán a las bombas, granadas, minas y otros proyectiles de guerra que no llegaron a detonar. Casi 70 años después del fin de la 2ª Guerra Mundial, gran cantidad de material bélico yace aún en el subsuelo alemán.




Nadie sabe con exactitud el número de armas que permanecen bajo nuestros pies, aunque algunas estimaciones hablan de más de 100.000 unidades. En el área de Berlín y en la cuenca del Ruhr se registran las cantidades más elevadas, pero todas las regiones están afectadas en mayor o menor medida.

Para combatir el problema existen equipos dedicados a trabajar constantemente en la búsqueda y extracción de estos artefactos. Mediante imágenes aéreas los expertos tratan de determinar las zonas en que es más factible encontrarlos. Después, con ayuda de detectores, se rastrean los lugares a pie. Pero muchos de los explosivos son encontrados también por casualidad durante movimientos de tierras relacionados con la construcción de edificios, carreteras y otras obras, así como en actividades agrarias.

La aparición de bombas sin detonar es frecuente, y trae consigo un tremendo despliegue de seguridad. En muchos casos se trata de lugares habitados que deben desalojarse antes de proceder con la extracción. Es entonces cuando los artificieros entran en acción. Según las características concretas del objeto y el estado en que se encuentre, pueden optar por una desactivación in situ, por una explosión controlada o por un traslado sin desactivar. Así se eliminan cada año entre 5000 y 6000 unidades en toda Alemania.

A pesar de todo, a veces no pueden evitarse accidentes con trágicas consecuencias. Ocasionalmente, algunos de los proyectiles explotan de forma imprevista, causando cuantiosos daños materiales y personales. La última de las víctimas hasta ahora fue la que se produjo a principios de este mismo año 2014, tras explotar una bomba en la localidad de Euskirchen matando a un obrero que allí trabajaba. En 2010, otra bomba había causado la muerte de tres artificieros que trataban de desactivarla en Göttingen. En 2006, un operario de máquina murió en una explosión en las obras de una autopista en Aschaffenburg. Además, otras explosiones se han saldado en los últimos años con varios heridos graves y severos daños en edificios, algunos de los cuales tuvieron que ser demolidos.

Lo que quiero reflejar, en definitiva, es que no se trata de un problema menor, ni mucho menos. Yo me lo pensaría dos veces antes de ponerme a excavar por ahí...

El legado de una guerra persiste indefinidamente.

sábado, 1 de marzo de 2014

5 pasos y 5 consejos para establecerse en Alemania

Pues nada, un año de blog. No me van ni los típicos balances ni las rimbombancias que se estilan en estas ocasiones, así que he decidido conmemorar la efeméride de un modo sencillo —aunque útil, espero—, echando la vista unos añitos atrás para recordar cómo fue mi llegada a Alemania.


Cuando decidí que quería venirme a este país, tenía bastante claro a qué puerta debía llamar primero. Sabía que mi historial era muy propicio para lograr que me la abrieran. La solicitud que presenté estaba muy lejos de cumplir con los estándares alemanes —por entonces no tenía ni idea de cómo se las gastaban en este asunto—, pero fue suficiente para despertar su interés. Así, tres entrevistas más tarde, obtuve mi contrato. Conseguir aquel trabajo fue relativamente sencillo, lo que a la postre resultó ser una manzana envenenada. Fue lo único fácil de todo lo que vendría después...

Mi llegada empezó siendo ilusionante —a la par que inquietante y caótica—, si bien pronto se convertiría en decepcionante y frustrante, cosa que debo "agradecer" en gran medida a aquella primera empresa. He de decir que, debido al descontrol que gobernaba mi vida en esos días, no recuerdo con total precisión los detalles referentes a los trámites burocráticos. Por eso, no pretendo escribir la guía definitiva para instalarse aquí, ya que me extendería muchísimo y, aún así, presentaría numerosas lagunas. Simplemente me limitaré a contar cómo sucedió en mi caso.

1) Ayuntamiento

Lo primero —tema vivienda aparte— fue el registro en el ayuntamiento, la llave para todo lo demás. A través de ellos, otros estamentos administrativos fueron informados de mi presencia en el país, con lo que me expidieron todas las identificaciones de las que carecía como nuevo residente. Me asignaron número de identificación fiscal y de seguridad social, que recibí por correo en la dirección indicada en el registro. Además, se notificó mi llegada a la oficina de extranjería. Para ciudadanos de la UE esto no debería suponer grandes problemas, aunque últimamente parece que las aguas bajan un tanto revueltas por Europa... A mí, por entonces, me enviaron una carta pidiéndome copia del pasaporte, del seguro de salud y del contrato de trabajo. Después de mandárselas me confirmaron por escrito que disponía de permiso de residencia. Desde entonces no he vuelto a saber de ellos.

Consejo: conviene pedir en el ayuntamiento un certificado de empadronamiento y, junto con el justificante de registro, hacerle unas cuantas copias. En este país tienen la "bendita" costumbre de pedir ese dichoso certificado para TODO. En algún caso no me lo cobraron, pero normalmente sí (5€).

2) Banco

Una de mis primeras acciones nada más llegar fue abrir una cuenta corriente para poder cobrar la nómina y afrontar los numerosos pagos iniciales.

Consejo: los Volksbank o Sparkasse resultan muy prácticos por su cercanía. Están prácticamente en cada rincón de Alemania, lo que garantiza tener siempre oficinas y cajeros a mano. La parte negativa, sin embargo, pueden ser sus comisiones. Otra alternativa a valorar puede ser la banca por internet.

3) Hacienda

Esta es la parte de la que guardo recuerdos más confusos, sobre todo por mi desconocimiento del idioma y de las normas fiscales. Sé que me hicieron rellenar un formulario y poco más —suerte que me echaron un cable, porque si no, aún estaría allí intentando rellenarlo—. Recibí entonces mi tarjeta de impuestos, que posteriormente tuve que entregar a la empresa (puede que esto sea distinto ahora, ya que en 2013 se implementó un procedimiento electrónico).

Consejo: el sistema fiscal alemán establece diversas clases impositivas según las circunstancias personales de cada uno. No está de más familiarizarse previamente con esa estructura para saber un poco de qué te están hablando. De modo muy resumido, estas son las 6 clases que existen:
  • Clase I: trabajadores solteros, separados, divorciados, viudos cuyo cónyuge falleciese antes de 2012, inscritos como pareja de hecho y casados cuyo cónyuge resida en el extranjero.
  • Clase II: trabajadores que, en las condiciones citadas para la clase I, tengan algún hijo oficialmente a su cargo.
  • Clase III: trabajadores casados (no separados) cuyo cónyuge no perciba salario (o perciba uno mucho más bajo que el propio). Trabajadores viudos cuyo cónyuge falleciese después de 2011 y viviesen juntos en Alemania.
  • Clase IV: trabajadores casados (no separados) cuyo cónyuge perciba un salario similar al propio.
  • Clase V: cónyuges de aquellos trabajadores encuadrados en la clase III.
  • Clase VI: trabajadores que perciban simultáneamente salarios de más de un empleador.

4) Seguro médico

A continuación tocaba afiliarme a una de las cajas de enfermedad o aseguradoras que proveen del seguro obligatorio de salud. Básicamente, se trata de pasarse por una oficina y contratar sus servicios rellenando los pertinentes formularios (nota: necesité el número de la seguridad social). Al poco tiempo me enviaron la tarjeta sanitaria, imprescindible para recibir atención médica.

Consejo: existen seguros públicos y privados, pero estos últimos están restringidos a personas cuyos ingresos brutos superen una cantidad fijada cada año (en 2014, 53.550€/anuales). Aún estando en disposición de optar al privado, su funcionamiento requiere un buen conocimiento del mismo. Por tanto, puede ser preferible decantarse al principio por uno público, que además cubre a todos los miembros de la unidad familiar.

5) Consulado

Para completar la ronda burocrática me registré en el consulado, donde me pidieron, junto con sus respectivas fotocopias: certificado de empadronamiento (el del ayuntamiento), foto de carnet, DNI, pasaporte, así como cubrir el formulario —uno másque me dieron allí.

Consejo: mejor llamar antes de ir (incluso más de una vez) para confirmar los documentos necesarios y si se requiere cita previa (el tiempo de espera puede ser de semanas o incluso meses). Esencial no olvidarse de nada para la cita —a los funcionarios no les dolerán prendas en hacerte repetir el viaje si falta algo—. La primera vez es frecuente pensar que el consulado es como un pedacito de tu país donde te van a recibir compatriotas calurosamente. ¡Error! Te recibirán con la misma apatía y desdén —o tal vez másque los funcionarios de casa.

Y esas fueron, que yo recuerde, las principales gestiones que realicé a mi llegada. A partir de ahí, la vorágine. Durante mi primer mes de estancia recibí fácilmente unas 10-15 cartas entre unas cosas y otras. Números de afiliación, tarjetas, contratos, petición de documentos, confirmación de datos, reconfirmación de la confirmación, etc, etc, etc. Sinceramente, cuando lo pienso, hay cosas que, todavía ahora, varios años después, no me explico cómo demonios conseguí arreglar sin tener ni idea de nada.

Por cierto, para más información sobre otros asuntos relacionados con el cambio de residencia te recomiendo leer también estos artículos:

Alquiler de vivienda en Alemania
Manual del inmigrante
Cambiar matrícula española por alemana en 10 pasos

sábado, 1 de febrero de 2014

Alquiler de vivienda en Alemania

Uno de los aspectos traumáticos que van ligados a un cambio de país es la búsqueda de vivienda. En Alemania, como en otros países avanzados de Europa, hay un alto porcentaje de gente que vive de alquiler y no se plantea comprar casa. Además, no existe una cantidad ingente de viviendas vacías como sucede en España. Por estos y otros motivos, encontrar un lugar digno donde vivir no es una empresa fácil por estas tierras. Una experiencia francamente nada agradable.


Cuando decidí venirme a Alemania, mi ignorancia me hizo pensar que esta tarea sería aproximadamente igual que en España: tediosa sucesión de visitas a múltiples inmuebles, elegir el que más te guste y hacer la maldita mudanza. Pero no. Aquí es mucho peor.

Para empezar, aquí no existen prácticamente los pisos amueblados. Y ojo, porque dentro de la categoría de 'mueble' se encuentran cosas como... las bombillas. Es decir, sin amueblar, significa completamente vacío. Cuando empecé a ver pisos no daba crédito. Consistían literalmente en cuatro paredes, suelo y techo. Es habitual que no tengan muebles de cocina, pero incluso los hay que no tienen ni retrete. ¡Por el amor de Dios! ¿Quién en su sano juicio se muda de casa con la taza del váter debajo del brazo?

Por lo tanto, el primer problema está servido. O te traes los muebles de tu residencia anterior o tendrás que comprarte aquí todo lo necesario para llenar tu nuevo hogar. En cualquiera de los dos casos, tu billetera quedará temblando.

Siguiendo con el capítulo económico, el próximo inconveniente nos lo encontramos en el precio del alquiler. La elevada demanda y la reducida oferta derivan en unas rentas generalmente astronómicas. Es común que superen la barrera de los 1000€ mensuales, sobre todo en las ciudades, incluso tratándose de perfectos cuchitriles. En poblaciones menores pueden ser algo menos caros, pero aún desorbitados para el equipamiento que ofrecen.

El siguiente obstáculo estriba en que las mejores viviendas suelen salir al mercado a través de agentes inmobiliarios. Estos deben llevarse su trozo correspondiente del pastel, trozo que sale de tu bolsillo, naturalmente. Por ley, tienen derecho a cobrarte una comisión máxima igual a dos mensualidades de alquiler "frío" —así se denomina la renta que no incluye los gastos de consumo: calefacción, agua, etc—, a lo que hay que sumarle el correspondiente IVA —actualmente del 19%—. O sea, que pueden cobrarte hasta 2,38 mensualidades de comisión. Para entendernos, si la renta mensual es de 1000€, el desembolso sería de 2380€. ¡Ahí es nada!

Así pues, siempre que sea posible, es interesante evitar esa vía. ¿Cómo? Buscando en periódicos y portales inmobiliarios de internet, preguntando a conocidos —si los tienes— y teniendo mucha, mucha suerte. Eso sí, ojo con el número de habitaciones, ya que este incluye todas las estancias que no sean cocina y baños. Eso quiere decir que, un piso de "3 habitaciones", puede tener en realidad solo un dormitorio. Una curiosidad son los pisos de 2,5 habitaciones, de 3,5 habitaciones, etc. Esas "medias habitaciones" son pequeñas estancias no separadas mediante puertas o demasiado pequeñas para tener el rango de habitación completa.

Otra cosa a tener en cuenta es una práctica que parece extenderse cada vez más. Se trata de la SCHUFA, lo que viene a ser un informe de tus "aptitudes" como pagador. A mí no me lo han pedido hasta ahora, pero he visto con frecuencia anuncios donde tener un informe positivo sí es condición para ser aceptado como inquilino. No obstante lo anterior, nadie se libra de la correspondiente fianza, que puede ser de hasta tres meses (+IVA) según tengo entendido, si bien esto depende del propietario.

Finalmente, el hecho de superar todas estas dificultades no significa que ya se pueda vivir tranquilo. No. Una vez instalado, toca lidiar con el reglamento de esa vivienda que tanto ha costado conseguir, el cual incluye, entre otras lindezas, cosas tan rocambolescas como limpiar el buzón —sí, sí, donde te dejan las cartas— o retirar —pala en ristre— toda la nieve que caiga en la vía pública delante de tu casa. Asimismo, cuando te vayas, todavía te espera un último regalo de despedida: repintar la casa completa de arriba a abajo.

Para terminar os enlazo
aquí un artículo con otra experiencia reveladora sobre la búsqueda de vivienda en Alemania. No era muy consciente por entonces pero, cuanto más conozco, más afortunado me siento de tener la que tengo...

lunes, 6 de enero de 2014

Alimentando un modelo podrido

Comienza un nuevo año y algunos quieren vendernos que será el de la recuperación. Yo sin embargo soy abiertamente escéptico sobre la posibilidad de que España mejore en un futuro próximo. Y no me refiero a que se acabe lo que erróneamente llaman crisis, sino a que se produzcan cambios de fondo más allá de modas y coyunturas. Puede que un día de estos el dinero vuelva a fluir, pero eso no arreglará los defectos de base. Más bien al contrario, creo que los volverá a potenciar, como ya ocurrió en el pasado.


Una de nuestras muchas lacras es el paupérrimo panorama laboral, del cual, como es costumbre, culpamos a otros. Somos maestros de ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio. Y si no respondedme a estas preguntas:

¿Quién es culpable de que no haya oportunidades si somos incapaces de generarlas?

Nadie tiene la obligación de servírnoslas en bandeja, señores. Y es que somos un país con una deficiente capacidad empresarial y comercial. En parte, por la humillante normativa que castiga a todo el que se establece por cuenta propia, y en parte, por nuestra brutal carencia de iniciativa y formación. Vivo en un lugar en el que la gente no considera el trabajar por cuenta ajena como la única opción, ni ve en el funcionariado un ideal de vida. Se dice que en Alemania hay más oportunidades como si hubiesen llovido del cielo, pero las hay únicamente porque las han creado y conservado. Aquí el que sabe hacer algo se lo monta por su cuenta, no espera a que venga nadie a darle limosna. Nuestra total inoperancia, por el contrario, hace de España un país de saldo. Oleadas de oportunistas extranjeros están comprando ahora mismo una empresa tras otra a precio de ganga. La lista es interminable. Y nosotros encantados, oiga. ¡Qué se compliquen otros haciendo números! Luego, cuando les convenga llevarse esos puestos de trabajo a otro sitio, diremos que son unos cabrones desalmados. ¡Tiene huevos!

¿Quién es culpable de que la dichosa "marca España" esté devaluada si no sabemos venderla?

De las decenas de ejemplos que existen, voy a escoger hoy uno clamoroso: el caso del aceite de oliva. España, el mayor productor mundial, debería ser inmediatamente relacionada con ese producto en cualquier punto del planeta. Con la sola mención de la palabra 'aceite', a cualquier persona se le tendría que venir a la mente España ipso facto, y viceversa. Sin embargo, no es así. ¿Porqué? Pues, entre otras cosas, porque vendemos la mitad de nuestra producción a granel a Italia, quienes lo embotellan, le ponen una etiqueta en italiano y lo venden a precio de oro por todo el mundo como si fuera suyo —por ejemplo en mi tienda más próxima a 8-9€ el litro, cuando no más caro—. Resultado: el consumidor asocia aceite de oliva y calidad con Italia, no con España. Claro, con nuestra marca nos interesa más asociar toros y flamenco. Eso sí que nos va a dar la gloria, vamos.

¿Quién es culpable de que el único modo de tener trabajo sea por enchufe si todos hacemos uso de él?

Vengo de pasarme en el paro buena parte de 2013. Durante varios meses, me desgañité sin éxito por conseguir un trabajo en un país donde abundan. Mientras tanto veía cómo en España, un país desolado por el desempleo, determinada gente conseguía nuevos trabajos con una facilidad asombrosa, sin despeinarse. Curiosamente, esos puestos nunca están a la vista del gran público, sino que parecen creados ex profeso para alguien —el cuñado de un primo que conoce a un amigo, ya sabéis—. Con todo el descaro, esas mismas personas critican situaciones semejantes cuando son otros quienes lo hacen. Pero, ay amigo, cuando son ellos todo vale. Esta es exactamente la misma hipocresía que nos caracteriza ante la corrupción y las injusticias con las que convivimos. Hablar es gratis y es muy fácil quejarse del enchufismo, de la corrupción o de lo que sea. Pero luego, cuando nosotros podemos sacar tajada, lo hacemos, así que somos tan responsables de este podrido sistema como lo son otros más poderosos.

En resumen: nuevo año, mismas prácticas nefastas. Pautas de comportamiento como estas, que nos han traído a este despeñadero, persisten y persistirán, de modo que no puedo augurar resultados mejores para los años venideros. Ojalá me equivoque. Entretanto, una cosa es segura. Muchos hemos pasado otra Navidad lejos de casa, y no tengo motivos para pensar que sea la útima...

"A nadie le va mal durante mucho tiempo sin que él mismo tenga la culpa."
Michel Eyquem de Montaigne