miércoles, 31 de julio de 2013

El peso de los títulos

Años de estudios y preparación, una trayectoria profesional como aval, referencias, idiomas, experiencia internacional... Nada de esto parece bastar para saciar el voraz apetito de potenciales empleadores. En alguna ocasión ya he hablado de la titulitis galopante que azota estas tierras, pero me siguen dejando patidifuso las situaciones absurdas a las que me enfrento. Si no lo veo no lo creo.


SITUACIÓN Nº 1: Oferta de empleo que me va como anillo al dedo. Cumplo todos y cada uno de los requisitos: experiencia, idiomas, estudios... Recibo respuesta negativa a la solicitud. Argumento esgrimido (cito textualmente): "sus cualificaciones no cumplen EN NINGÚN CASO los requerimientos del puesto"¿¡!? El estupor se apodera de mí. ¿Qué coño he estado haciendo toda mi vida entonces?

SITUACIÓN Nº 2: De nuevo, oferta de empleo apropiada. Preparo una completísima solicitud plagada de documentos (como se hace aquí siempre). Resalto especialmente los aspectos de mi trayectoria laboral interesantes para el puesto, y no tanto mi formación, ya que esta tiene menor relevancia en comparación con la experiencia (al menos eso me dicta la lógica). Tras deliberar varios días, me piden mi expediente universitario. Sabiendo donde me encuentro, esto cae dentro de lo normal, así que no le doy demasiada importancia y se lo envío. No es suficiente. Ahora quieren referencias de mi etapa universitaria. Aunque empieza a parecerme excesivo, procedo a facilitárselas también. Pero aún no había acabado la cosa. Lo siguiente que me solicitan son los expedientes completos de toda mi etapa académica, esto es, educación secundaria y ¡PRIMARIA! Ahí sí que ya se me desencaja la mandíbula directamente... ¿Qué me pedirán luego? ¿Las huellas digitales? ¿La partida de nacimiento? ¿El árbol genealógico? Pero, ¡pedazo de gilipollas! ¿De todo mi currículum y bagaje, lo que te interesa y por lo cual vas a decidir mi incorporación es mi nota de pretecnología en 2º de EGB? ¿¿Nos hemos vuelto locos o qué?? Sé porqué lo hacen y sé que así funciona este país, pero eso no significa que no sea completamente absurdo. ¿Qué peso puede tener esa lejana e insignificante fase de mi vida al lado de mi carrera profesional? ¿Acaso hay algo más importante que la experiencia acreditada (no exenta de la debida formación, claro está)?

SITUACIÓN Nº 3: Oferta de empleo apropiada salvo por un punto. A pesar de tener experiencia en puesto similar, mi titulación universitaria no corresponde exactamente con la que solicitan. Visto lo visto, cuento con que ese detalle será un talón de Aquiles insalvable. Naturalmente, la negativa no se hace esperar. Me descartan "porque mi formación académica no cumple los requerimientos". Una vez más, se la sudan los años de experiencia que tenga en esa actividad.

Finalmente, llega la escena que me da la puntilla.

SITUACIÓN Nº 4: Oficina de empleo. Me convocan para estudiar mis expectativas actuales y la evolución desde la última reunión. Me preguntan cómo va la búsqueda, le explico que la cosa sigue chunga, hablamos de esto y lo otro... Puro trámite. Conclusión de la charla: "tenga usted este folleto; ahí se explica cómo solicitar que le reconozcan oficialmente sus títulos extranjeros en Alemania". ¡Lo que me faltaba por ver! Es que los títulos que dan en el extranjero son de tómbola, por lo visto. Parece ser que las matemáticas, la física o la química se rigen por leyes distintas aquí que en el resto del universo, por eso no valen las que estudiamos fuera. ¡Hay que joderse!

Este tipo de actitudes me recuerdan mucho a lo que ocurre en otros países avanzados del mundo. El saberse por delante del resto en muchos aspectos les hace caer en una enorme soberbia con extrema facilidad. A menudo se creen que todo lo de fuera es peor y que solo ellos saben hacer bien las cosas. Una falta de criterio que considero profundamente absurda y discriminatoria, y que ilustra un carácter elitista muy extendido en estas sociedades.

Naturalmente, admito que debe existir cierto control sobre las titulaciones "importadas"; es verdad que hay de todo por el mundo adelante. Comprendo que se exijan garantías en ese sentido, pero las situaciones que me han ocurrido me parecen completamente irracionales, porque:

  1. Estamos hablando de países pertenecientes a la UE; esas garantías se presuponen. Si no es así, apaga y vámonos, que desmonten el chiringuito de una vez.
  2. No soy un recién licenciado, tengo una experiencia detrás. Es decir, otras empresas ya han comprobado que mis títulos no son "de palo".
  3. Ya he trabajado en Alemania. O sea, otros congéneres suyos ya le han dado el visto bueno a mi formación, por si es que sus selectos paladares solo aceptan el rasero nacional.
Así pues, no pienso ir como un corderito a pedir su beneplácito para mis títulos españoles. Por lo que a mí respecta, pueden esperar sentados. Y si deciden rechazarme por semejante chorrada, me voy con la conciencia muy tranquila y la cabeza bien alta. Ellos se lo pierden.

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viernes, 12 de julio de 2013

Manual del inmigrante

Cuando uno llega a un país extranjero, es increíble la cantidad de cosas que lo dejan completamente fuera de juego por simple y absoluta ignorancia. El que más y el que menos se ha pasado un tiempo haciendo algo de modo incorrecto sin tener ni la menor idea, sencillamente porque nadie se lo advirtió. A veces los autóctonos dan por supuesto que todo el mundo sabe esas cosas pero, por desgracia, a los inmigrantes no nos entregan un manual de instrucciones a la entrada, así que vamos de sorpresa en sorpresa quedándonos a cuadros con nuestros hallazgos. Hoy quisiera citar algunas de esas cosas que se da por hecho que debes saber (de Alemania en mi caso), pero que nadie te dice cuando llegas y que vas descubriendo a base de investigar, de estrellarte o por pura casualidad.


La primera cosa de la que me percaté nada más cruzar la frontera —literalmente— fue que debía cambiar mi filosofía al conducir. Recuerdo mi estupefacción al observar una manada de ñus al volante compitiendo ferozmente por progresar en el carril izquierdo, mientras el derecho permanecía impoluto. La conducción aquí resulta estresante mientras no te adaptas, es casi una competición. Y no por las altas velocidades, sino por la agresividad de los movimientos. Se tarda algún tiempo en entender las reglas no escritas de la carretera...

Siguiendo con el tema automoción, también me asombró el tema del aparcamiento. Me costó asimilar que hubiese "trozos de calle privados", es decir, partes de la vía pública donde solo puede aparcar el dueño de la casa de al lado. Esto, unido a las innumerables restricciones existentes, llega a producir una verdadera psicosis cuando quieres aparcar el coche. Vas con la sensación de que todos los lugares están prohibidos —y así es en la mayoría de los casos.

Una de las cosas que descubrí por casualidad fue la pegatina medioambiental, tras un tiempo saltándome esta regla por desconocimiento —sin consecuencias para mi bolsillo, afortunadamente. Es una pegatina que debe colocarse en el parabrisas del coche y que indica, en una escala de 1 a 4, si contamina más (nivel 1) o menos (nivel 4). Según eso, la pegatina será verde (4), amarilla (3) o roja (2). A los de nivel 1 directamente ya no les dan pegatina son los apestados. La finalidad de esto es que, en determinadas zonas, no se permite la circulación a los vehículos más contaminantes, por lo que solo puedes entrar si llevas la pegatina adecuada.

Otro descubrimiento fue el diferente concepto de vivienda. Yo estaba acostumbrado al típico piso de ciudad en España, en un edificio de varias plantas. Aquí sin embargo es más habitual vivir en zonas residenciales de casas bajas (máximo dos alturas), unifamiliares o con pocos vecinos. Pero lo más sorprendente para mí fue ver que estaban completamente vacías. Y completamente significa justamente eso: cuatro paredes, sin muebles de ningún tipo, sin cocina e incluso sin cuarto de baño. Por no tener, no tienen ni bombillas. Me quedé atónito. Yo pretendía buscar una casa parcialmente amueblada para facilitar un poco mis inicios y, desde luego, tener baño y cocina es lo mínimo que esperaba. Pero resulta que aquí es normal mudarse con todo a cuestas, retrete incluido en algunos casos. En este sentido, el panorama que me encontré fue profundamente desalentador. Además, las mejores viviendas suelen estar en manos de agentes inmobiliarios que te cobran un dineral de comisión por acceder a ellas. Es muy muy complicado conseguir algo decente sin pagar comisiones. Por suerte, después de ver varias pocilgas, acabé encontrando un sitio bastante bueno, ¡con persianas y todo!

La siguiente sorpresa desagradable llegó al poco de instalarme. Una carta me informaba de la tasa que debía pagar por el simple hecho de poseer aparato de radio, televisor, ordenador o similar. Es lo que aquí se conoce como GEZ, un impuesto con el que financiamos los canales públicos del país. Esta fue una de las cosas que más me molestó acatar. De hecho, suscita una gran controversia también entre la población alemana.

Otro de los temas que más estupor me causó fue el de la basura. En España podemos tirarla en cualquier contenedor de la calle, ya que son públicos, y la recogen a diario. Aquí los contenedores son particulares, pertenecen al propietario de la casa, de modo que no puedes tirar tu basura en otro que no sea el tuyo. Aparte, hay unos días estipulados para la recogida de cada tipo de residuo que, según el caso, puede ser cada semana, cada dos semanas... Los contenedores se guardan fuera de la vista y, cuando toca recogida, debes andar listo para sacarlo del escondrijo a su hora o de lo contrario seguirás intimando con tu basura unos días más.

Relacionado con esto también conviene saber que, al comprar bebidas, se paga una fianza por la mayoría de los envases de plástico y vidrio. Este importe lo recuperas solo si devuelves las botellas en unas maquinitas que existen a tal efecto en los supermercados. Yo mandé alguna que otra a la basura mientras no me percaté del asunto... Luego entendí las caras de la gente al verlo...

En fin, existen montones de cosas más que podrían incluirse en ese hipotético manual para inmigrantes, pero os invito a que deis vuestro punto de vista y comentéis algunas, tanto de Alemania como de otros países. Sería interesante recopilar experiencias, a ver si alguien se anima a editar una guía de esas características... :)