viernes, 31 de mayo de 2013

¡Harto de la tolerancia!

Se deduce del título que hoy vengo caliente y voy a despacharme. Esto se aparta ligeramente del tema del blog —o puede que no tanto, pero por algún sitio tengo que explotar. ¡Y es que ya está bien, joder! Ya está bien de tanta desfachatez. Lo de nuestras leyes, nuestra justicia y nuestra tontería ya apesta. Que me tachen de tirano, de déspota radical o de lo que quieran, pero: 

¡¡TOLERAR LO INTOLERABLE NO ES TOLERANCIA!! ¡¡ES ESTUPIDEZ!!


La crónica de sucesos parece calcada día tras día. La misma infamia insoportable. Acabo de ver una de tantas. No es la primera ni será la última.

CASO A: Un hombre se acerca a otro —compañero suyo de trabajo— y, sin mediar palabra ni discusión alguna, le clava un cuchillo. No contento con eso, le clava un segundo cuchillo antes de tirarlo al mar con ambas armas todavía clavadas. La víctima sobrevive, milagrosamente. Gracias a eso, el agresor será juzgado únicamente por intento de asesinato. Con la mayor desvergüenza de la que un ser humano es capaz, el abogado defensor explica ante los periodistas que pedirá para su cliente la LIBRE ABSOLUCIÓN. Alega que su defendido está diagnosticado de una alteración psíquica, para la que toma medicación. Me encantará saber si opina lo mismo cuando le toque a él ser la víctima. O a su mujer. O a sus hijos. Porque, sí, señor letrado, a usted también le tocará antes o después. Tan solo es cuestión de tiempo. A todos nos tocará si nadie lo remedia.

CASO B: Desvalijan un bar en mitad de la noche. Para los propietarios ya ha dejado de ser noticia. Es la QUINTA vez que lo sufren en los últimos dos meses. Tanto es así, que los destrozos causados en el mobiliario son más cuantiosos que el dinero robado en metálico. El seguro les ha dicho que se vayan buscando otra compañía cuando venza el contrato, ya no quiere saber nada de ellos. Ante tal tesitura, probablemente tendrán que cerrar y buscarse la vida de otro modo, si es que lo hay. 

CASO C: Atracan a mano armada a una octogenaria que vive sola en un pequeño pueblo. Dos individuos —fijaos qué valientes le propinan una atroz paliza a la anciana para robarle la miserable pensión de la que malvive. ¡Coserlos el uno al otro por las pelotas con agujas de calcetar sería poco!

CASO D: Más de lo mismo. La víctima es una mujer de 50 años en silla de ruedas. Le roban tres bolsos que tenía en casa. Tres de los cinco individuos que participaron en el delito, se emplearon a fondo para "neutralizar" a la inválida señoragolpeándola con una barra de hierro.

CASO E: Vehículo siembra el pánico a más de 150 km/h por una ciudad. Invade repetidamente el carril contrario y obliga a otros coches a salirse de la calzada para evitar la colisión. La policía solo puede darle el alto. Por nada del mundo tienen permitido emplear medios más contundentes —sería una muestra de fascismo total—, a pesar de que el conductor asesino pone en riesgo la vida de muchas personas. Cuando le echan el guante comprueban que va borracho y sin carné, aparte de acumular unas ¡100! denuncias anteriores de tráfico. Bien. Pues ya tiene 101. Ahora a por la próxima. Este también matará a alguien antes o después. Falta saber a quién. ¿A ti? ¿A mí? ¿?

Etc, etc, etc... Podría seguir enumerando hasta aburrirme.

Toda esta mierda ocurre CADA DÍA en España. Y todos los casos tienen un denominador común. Los delincuentes, en caso de que los cojan, entran por una puerta de la comisaría y salen por otra. En 48 horas, esa basura humana está de nuevo en la calle para seguir delinquiendo a sus anchas. Pero es que la alternativa es casi peor. Si llegan a meterlos en la cárcel, acumulan condena tras condena toda su vida. Allí les damos de comer y de beber, y una cama donde dormir a pierna suelta. Así hasta que salen y cobran, cómo no, los correspondientes subsidios. No vaya a ser que se sientan discriminados por la insensible sociedad. A partir de 6 meses de cárcel, perciben entre 6 y 18 meses de subsidio. ¡Hala, a vivir y seguir dando palos!

Y ojo. Que no se te ocurra defenderte de uno que entra a TU casa con la intención de darte una paliza a ti y a tu familia. ¡Entonces te vas tú a la cárcel! No no. Debes esperar a que él te dispare y, cuando estés herido de muerte, solo ahí, tienes quizá derecho a pedirle, por favor, que deponga su actitud o te verás obligado a afearle la conducta.

¡Venga-a-tomar-por-culo-ya!

Autoridad y MANO DURA de una vez, eso es lo que hace falta.

Mientras nadie le pare los pies a esos inmundos sacos de mierda, seguiremos viendo casos iguales todos los días. Mientras políticos, jueces, policía y sociedad en general no se atrevan a poner los huevos encima de la mesa y decir "ESTO SE ACABÓ", España seguirá siendo un paraíso para toda esa pléyade de atracadores, asesinos, violadores, estafadores y criminales varios que se regodean en la impunidad de sus despreciables actos.

Lo mismo puede decirse de otros delitos más mediáticos. ¿Para qué se representa un patético sainete en el que se juzga a cierta folclórica archiconocida? ¿Para imponerle una condena que no va a cumplir por tratarse de su primer delito? ¿O sea que a todos nos corresponde por ley un delito "gratis", sin pagar por ello? Pero, ¿qué broma es esta? ¡Ah! Y luego seguimos demostrando nuestra inteligencia contratando a la misma elementa que nos robó para nuevos bolos pagados con más dinero público. Sí que nos repugna la corrupción... sí.

Sin embargo, no son esos casos de portada los más indignantes. Para mí son más flagrantes los que comenté antes, porque atentan contra los derechos más básicos de las personas.

La seguridad ciudadana es peor que nunca. La gente de bien ya no puede pasear por la calle ni sentirse segura en casa o en el trabajo sin temer que la asalten, la agredan, la amenacen o la intimiden, porque tiene menos derechos que los criminales. ¿Quién puede extrañarse entonces de que haya cada vez más? Camorristas y maleantes de medio mundo saben de las ventajas que les ofrece un país como el nuestro, así que acuden en masa para unirse a los autóctonos —ya de por sí abundantes— y perpetrar todas las fechorías imaginables. Siempre cuentan con algún atenuante legal al que acogerse para esquivar o reducir sus penas: enajenación, ser menor, ir bebido, ir drogado... Pero, ¿en qué cabeza cabe? ¿Consumir alcohol y drogas un atenuante? ¡En todo caso será un agravante! ¿O acaso le han obligado a tomarlas? Es que tiene cojones. Lo que está diciendo la ley es: "Eh, cuando vayáis a cometer el crimen no os olvidéis de colocaros antes hasta las cejas, que tiene premio."

Si otros países tienen menos delincuencia no es solo porque sean más civilizados, sino porque tienen más miedo a las consecuencias. Las autoridades no se andan con chorradas, así que muchos se lo piensan dos veces antes de hacer cualquier tropelía.

Hoy por hoy, en España sale más a cuenta ser DELINCUENTE.

¡¡¡Y NO HAY DERECHO!!!
"El mundo es un lugar peligroso; no por las personas que hacen el mal, sino por las que no hacen nada al respecto."
- Albert Einstein -

jueves, 23 de mayo de 2013

Recursos inhumanos

Resulta evidente que este mundo apesta cada vez más. Lo hace por los cuatro costados, de tal manera que la escasa moral que pudo existir algún día está cerca de esfumarse por completo. Nada importa salvo hacer dinero y medrar a toda costa. Se pisa a quien haga falta sin la menor consideración por su dignidad. Políticos y banqueros representan como nadie esa vil bajeza del ser humano, pero esta filosofía que impera en nuestros días puede observarse en muchos otros colectivos, como el que voy a tratar hoy: los llamados reclutadores, cazatalentos o headhunters.


Para ser sincero, los departamentos de RR.HH. no han sido nunca santo de mi devoción. Quizá haya tenido mala suerte con los que me han tocado, no lo sé, pero la realidad es que he visto siempre comportamientos despreciables por su parte, en distintas empresas y con distintas personas.

El caso es que, en la situación de necesidad que vivimos, muchos han visto la oportunidad de convertirse en buscadores de personal para las empresas. Algunos han creado agencias de reclutamiento y otros trabajan por cuenta propia, incluso desde casa. Las empresas acuden a ellos para demandar un determinado perfil profesional y ellos les proporcionan una serie de personas que cumplen los requisitos. Naturalmente, no les resulta difícil hacerse con montones de CV's de gente deseosa de trabajar, y las empresas aceptan pagar sus servicios para evitarse esa primera criba.

Si uno visita las webs de esos "cazadores", observa unos rasgos comunes a todos ellos. Proclaman a los cuatro vientos su especial vocación por las personas de las que dicen estar al servicio y explican cómo su inigualable ojo clínico les permite identificar el talento evitando que se desperdicie, restaurando así el equilibrio cósmico de forma puramente altruista. 

¡Menuda sarta de mentiras! A esos tiburones, las personas y el talento les importan un carajo.

A lo largo de mi trayectoria he tenido contacto con un buen número de estos elementos. Prometo que, cada vez que me topo con uno nuevo, dejo de lado cualquier prejuicio y le concedo la presunción de inocencia. Aún así, tienen la asombrosa capacidad de defraudarme en un tiempo récord. En los últimos meses la frecuencia de contacto se ha incrementado todavía más, debido a mi situación, deparándome en todos los casos resultados infructuosos. Ojo, no por el hecho de no conseguir trabajo, sino por el comportamiento lamentable que han tenido. Acepto sin rechistar que no me den un empleo porque no soy la persona indicada, pero no admito que me traten sin el más mínimo respeto. Por ahí no paso.

Os contaré un caso que me ocurrió hace ya tiempo, cuando aún trabajaba. En aquel entonces no estaba buscando trabajo, por lo que no había iniciado ninguna gestión, ni enviado solicitudes, ni datos, ni nada parecido. Bien. Pues un día, me suena el teléfono en el trabajo. Alguien pregunta por mí. "Sí, soy yo" —respondo—. Entonces, el fulano me suelta sin más preámbulos que si estaría interesado en cambiar de empleo, que su cliente es una empresa muy potente, que si patatín que si patatán... Hace falta tener poca vergüenza. Un tío consigue mi teléfono del trabajo sin que yo se lo dé, me llama en plena jornada laboral y me propone dejarlo para irme a otro lado. De entrada, lo considero una flagrante invasión de la intimidad, pero es que aparte podía haberme buscado un lío con mi empresa. El trabajo ya es un bien tan preciado que, solo por venir ofreciéndolo, se creen con derecho a abordarme sin el más mínimo tacto.

Más ejemplos recientes. Alguien que no conozco se pone en contacto conmigo, me habla de una supuesta oferta de empleo, me pregunta si me interesa y me pide que le envíe mi CV y otra información adicional. Propone concertar una entrevista telefónica para comentar un poco los detalles de mi experiencia y tal. Lo típico. Naturalmente valoro la oferta y, al ver que me interesa, accedo. Le indico que estoy de acuerdo y que hablaremos, y procedo a enviarle lo que solicita. Automáticamente, en ese momento el tío se desvanece y no vuelvo a recibir noticias suyas. Le mando un par de correos para ver qué pasa y no me contesta. De la oferta nunca más se supo.

Con algunas variaciones en la historiaasí a bote pronto, puedo recordar media docena de ocasiones en las que se ha repetido esta misma experiencia en los últimos meses.

Ante estos hechos, evidentemente, uno se pregunta: ¿A qué coño juega esta gentuza? ¿Qué pretenden con esa tomadura de pelo? Muy sencillo: simplemente buscan incrementar su particular nómina de candidatos. Muchos de esos indeseables necesitan ampliar el elenco de nombres que poder ofrecer a las empresas, y la forma que tienen de hacerlo es esta. Te ofrecen un hipotético puesto —que a veces directamente se inventan— para conseguir tu CV y todos tus datos de contacto. A partir de ahí, si te he visto no me acuerdo. Ya tienen lo que querían: tu ficha.

Después, si tu perfil encaja, se lo ofrecerán a una empresa que puede llegar a pagar por tu CV aunque no te contrate. Un CV que el reclutador, recordemos, ha obtenido gratis de ti. Uno de ellos tuvo incluso la desfachatez de pedirme que no enviara solicitudes a más empresas, porque así ya tendrían mis datos y él no podría vendérselos. ¡Con dos cojones!

Hay que ser muy ruin para aprovecharse de los dramas de la gente, como es este del desempleo. Para esas sabandijas sin escrúpulos, las personas son simple ganado con el que comerciar.

Tristemente, en la selección de personal y los RR.HH. hace mucho tiempo que todo vale. Gestionar algo tan valioso como los puestos de trabajo les confiere el poder de jugar a ser Dios y decidir a su antojo el futuro de la gente. Avasallar a las personas y dilapidar el talento son prácticas comunes, mientras que escaseala honestidad, el respeto y la elegancia. Lo tenemos crudo aquellos que no contamos con la amistad de algún gerente o cargo importante. Así están las cosas.

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martes, 14 de mayo de 2013

El paro en Alemania

He pensado que quizá a más gente le interese saber cómo funciona esto del paro aquí en Alemania. Por eso, voy a dedicar esta entrada a explicar las principales cuestiones en relación a ello. Principalmente voy a considerar que el desempleo se origina tras haber trabajado aquí. Ya he dicho que no es nada recomendable venir de otro modo.


Supongamos que estás trabajando en Alemania y te vas a quedar en paro. Tu primera obligación es inscribirte como demandante de empleo inmediatamente. Si tu contrato es de duración determinada, debes realizar la inscripción TRES MESES antes de la fecha efectiva en que termina. Si tu contrato es indefinido, tendrás acordado un periodo de preaviso en caso de rescisión del mismo. Es habitual que este periodo sea de 3 meses, por lo que, en ese caso, deberías inscribirte nada más conocer tu despido (tienes 3 días). En cualquier caso, si el despido te fuese comunicado con un preaviso menor de 3 meses, tienes la obligación de inscribirte como demandante de empleo en los TRES DÍAS siguientes. No cumplir esta norma acarrea penalizaciones (suspensión de una semana) en caso de tener derecho al cobro de prestaciones.

Quiero recalcar que lo anterior es solo una inscripción como demandante de empleo, no te da derecho a ninguna prestación. Simplemente le comunicas a la agencia de empleo que te vas a quedar o te has quedado en paro. Esa inscripción debe hacerse personalmente, pero no necesariamente acudiendo a la oficina del paro. Puede hacerse también por teléfono (01801-555111) o por internet (registrándose aquí). De este modo concertarán una cita contigo para que acudas a la oficina, lo que te evitará esperas. En caso de despidos masivos (como fue el mío), la empresa puede pedir a la agencia de empleo que desplace a algún funcionario para inscribir a todos los afectados en la propia compañía. Debido a la regla de los tres días ya mencionada, es más fácil desplazar a dos o tres funcionarios al lugar del "crimen" que mandar a las decenas de despedidos a colapsar la oficina del paro. 

Bueno, ya estás inscrito como demandante de empleo.

Ahora, si la empresa es medianamente grande, lo habitual es que te liberen de ir a trabajar en lo que resta de contrato (práctica conocida como 'gardening leave' en el mundo anglosajón). Esto se estila mucho en cierto tipo de empresas, para protegerse de las posibles "represalias" de los empleados y también como parte de su imagen de magnanimidad. Por cierto, si tienes un contrato indefinido te preguntarás cuál es la indemnización por despido. La respuesta es: ninguna. Si los 20 días por año de la reforma laboral española te parecen pocos... esto es lo que aún está por venir. En Alemania no se estipula por ley ninguna cantidad. Menos mal que, de nuevo, la magnanimidad impulsa a las empresas a ofrecer, motu proprio, una módica cantidad como indemnización. La regla no escrita en ese sentido suele ser de 15 DÍAS por año trabajado. Si te sabe a poco, estás en tu derecho de rechazarlo e ir a juicio. 

Bien. Mientras dure tu búsqueda de empleo te mantendrás en contacto con la agencia. Unas semanas después de la inscripción te volverán a citar para una entrevista con tu asesor personal (el no acudir a estas citas injustificadamente acarrea penalización). Se trata de ver qué planes tienes, qué opciones ofrece el mercado, etc. Probablemente salgas de esa reunión ya con dos o tres ofertas a las que apuntarte. Luego, seguirás recibiendo periódicamente propuestas de la agencia para apuntarte a nuevas ofertas que se ajusten a tu perfil (más o menos). Deberás solicitar esos trabajos que te proponen y comunicarle a la agencia el resultado del proceso. No hacerlo acarrea penalización. Si tuvieses motivos para no querer solicitar alguna de las propuestas debes comunicarlo también, pero hay que justificar que existen razones de peso (no cumplir los requisitos, razones de salud, etc; el no apetecerte no vale como razón de peso).

Después, si llega el día en que concluye efectivamente tu contrato y aún no has encontrado trabajo, te conviertes oficialmente en desempleado. En caso de que te corresponda una prestación es ahora cuando debes solicitarla. Debes pedir cita de nuevo en la agencia para entregar toda la documentación necesaria, a saber: formulario a rellenar (te lo dan ellos), pasaporte, tarjeta de impuestos, carta de despido y certificado de empresa.

Por regla general, te corresponde prestación si has cotizado al menos 12 meses en los últimos 2 años. De no ser el caso, debes cumplir otras condiciones especiales (puedes consultarlas en los enlaces que incluyo al final). Recuerda que es fundamental hacerse siempre con el formulario PD U1 antes de cualquier traslado entre estados de la Unión. Dicho documento es expedido por el servicio de empleo de cada país y acredita tus periodos de cotización para ser reconocidos legalmente en el resto de la UE.

La duración de la prestación es en relación de 2 a 1, es decir, por 12 meses cotizados te corresponden 6 meses de paro, por 16 te corresponden 8, por 20 te corresponden 10, etc. La duración máxima para menores de 50 años es de 12 meses, para menores de 55 es de 15 meses, para menores de 58 es de 18 meses y, a partir de 58 años, el máximo es de 24 meses.

¿Cuánto vas a cobrar de paro? Para calcularlo se consideran las cotizaciones del año previo al nacimiento del derecho. Este es el procedimiento: Se suman los salarios de los últimos 12 meses (en bruto y sin incluir complementos) y se divide el total por 365 días. Ese es el salario medio diario bruto, que sirve de base para obtener la cuantía final. El 60% (sin hijos) o el 67% (con hijos) de esa cifra es lo que te corresponde de paro (bruto). A continuación, de este "paro bruto" se procede a descontar el 21% como cuota de seguridad social y también los correspondientes impuestos (otro 14% como poco). La clase impositiva a la que pertenezcas tendrá por tanto gran influencia, ya que el % de retenciones varía según la clase. Por último, lo que resulte tras estos descuentos es tu prestación neta diaria, que se multiplica por 30 para saber lo que cobrarás neto mensualmente. Esa cantidad te será abonada en cuenta a finales de cada mes.

Volviendo al capítulo de derechos y obligaciones, debes saber que la lejanía de un trabajo a tu domicilio no es motivo para rechazarlo. Puedes establecer un área geográfica de preferencia y la agencia te propondrá ofertas en esa zona, pero el radio puede estar en torno a 50-100km. Tú eliges si conducir esa distancia a diario o mudarte de casa. Además, si llegas a recibir una oferta firme en la otra punta del país, la distancia por sí misma no sirve de excusa. Rechazarla sin más motivo acarrea suspensión, y de las gordas: 3 semanas la primera vez, 6 semanas la segunda y 12 semanas la tercera.

Acumular 21 semanas de suspensión implica la pérdida definitiva de la prestación, por lo que esa sería la consecuencia de rechazar tres ofertas sin motivo.

Mientras estés desempleado, debes acreditar ante la agencia que pones todos tus esfuerzos en encontrar un trabajo. Pueden pedirte que se lo demuestres, por ejemplo enseñándoles tus solicitudes y las respuestas obtenidas. No acreditar tales gestiones acarrea —cómo no— una suspensión de 2 semanas.

El hecho de que te ofrezcan un trabajo peor pagado que el anterior tampoco te permite rechazarlo, dentro de ciertos límites. En los tres primeros meses de paro debes aceptar trabajos con un sueldo hasta un 20% inferior al que tenías. Del 4º al 7º mes debes aceptar hasta un 30% menos. A partir ahí, ya solo puedes rechazar aquel trabajo en el que te paguen menos que lo que cobras de paro. De lo contrario, a ver si adivinas... ¡Exacto! Acarrea penalización.

Recuerda que TODO lo que hagas debes ponerlo en conocimiento de la agencia inmediatamente. Si consigues un nuevo trabajo, si estás incapacitado para trabajar, si te pones a estudiar, si cambias de piso, si cambia tu estado civil o tu clase impositiva... TODO. Entre tus muchas obligaciones se encuentran algunas bastante curiosas. Se especifica por ejemplo que debes comprobar al menos una vez al día tu buzón y estar localizable todos los días laborables, ya que pueden requerirte en cualquier momento. También puedes olvidarte de viajes y vacaciones. No está permitido ausentarse del domicilio sin el permiso de la agencia; mucho menos salir del país. Si necesitas ausentarte por algún motivo (de peso) debes comunicarlo y esperar que te concedan el permiso. Por supuesto, nadie te va a colocar un chip de seguimiento, puedes hacerte el avión, pero si algo pasa y se enteran... creo que ya sabes lo que acarrea, ¿verdad? ¡Suspensión al canto! Eso sí, tienes derecho a unas vacaciones de hasta 3 semanas durante las que sigues cobrando el paro, siempre previa petición a la agencia, claro. Si lo deseas puedes alargarlas hasta 6 semanas, pero durante esas 3 adicionales no cobras.

Y ya para acabar hablaré un poco de normativa comunitaria, especialmente de la llamada exportación del paro, algo muy interesante para los que somos emigrantes.

Una prestación por desempleo puede ser exportada de un país (A) a otro (B) solicitando el formulario PD U2. Para hacer uso de este derecho deben quedarte al menos 3 meses de prestación por percibir. El periodo máximo por el que se puede solicitar son TRES MESES (aunque te quede más tiempo de paro). En teoría, ese periodo podría prolongarse hasta 6 meses en circunstancias especiales. En la práctica, no es fácil obtener la prórroga (necesitas demostrar que te van a ofrecer un trabajo de forma inminente en el país B).

Cuando llegas al país B, debes inscribirte en su servicio de empleo en el plazo de UNA SEMANA. Si te retrasas pierdes el derecho al cobro de tantos días como hayan transcurrido desde el traslado hasta el registro efectivo (o sea, 1 semana más los días que te retrases). Durante el tiempo que dura la exportación, estás a disposición del servicio de empleo del país B, pero te paga el país A.

Agotado el periodo de exportación, si no has encontrado trabajo, puedes optar por dos cosas: quedarte en el país B ya sin cobrar o regresar al país A. En este segundo caso, seguirás percibiendo lo que te reste de prestación (si lo hubiese) hasta el final de la misma. Sin embargo, si decides permanecer en el país B, desaparece todo el derecho a paro que te quedase acumulado. 

En fin, creo que estas son las cosas más relevantes a tener en cuenta. Toda la información aquí descrita se encuentra mucho más desarrollada en el portal de la agencia alemana para el empleo. También puedes consultar este útil documento (en español), que resume lo más importante de la legislación alemana en materia de desempleo. Adicionalmente, puedes preguntar si tienes alguna duda. Intentaré responder lo que sepa.

PD: Quiero señalar que todo lo expuesto se refiere a prestación por desempleo, no a subsidio por desempleo. Este último entraría en el nivel asistencial tras agotar la primera. Caso de tener derecho a él, te cubre las necesidades básicas por tiempo ilimitado pero te obliga a aceptar CUALQUIER trabajo, sin restricciones.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Lecciones de fútbol, lecciones de vida

No comulgo con el tinglado balompédico que hay montado hoy en día, ni mucho menos, pero el mismo bombardeo incesante que me hace aborrecer ese circo hace imposible no enterarse de las cosas que ocurren en él, especialmente si actúan los únicos equipos que parecen existir en España: Madrid y Barcelona (otro de los ciegos bipartidismos acérrimos que caracterizan al país). Y ya que vienen de protagonizar un doble enfrentamiento España-Alemania en Copa de Europa, he decidido dedicarle unas breves líneas, sin que sirva de precedente.

Quiero dejar claro que no me alegro de las derrotas, faltaría más. No seré un fanático, pero siempre deseo que ganen los de mi tierra. Ahora bien, una parte de mí disfrutó con la manera en que se produjeron, esperando que sirviese como lección.

Estos dos clubes son buques insignia del deporte español. Con el discurrir de los años han ido acaparando interés, aficionados y pingües beneficios por todo el mundo (ajenos a toda crisis). Pero este crecimiento desmedido ha terminado por desvirtuar completamente una liga, la española, que actualmente no es más que un seudocampeonato a dos bandas. Ambos se pasean por los campos del país avasallando a todos los rivales, que nada pueden hacer contra el multimillonario oligopolio que ostentan, hasta tal punto que muchos ya dan por buena una derrota sin goleada. A mi modo de ver, eso le hace un flaco favor al espectáculo y al deporte.

Además, no contentos con ello, expanden sus tentáculos sobre otras modalidades deportivas, que desvirtúan de manera semejante: baloncesto, balonmano, hockey sobre patines, fútbol sala... (diría que al Barcelona solo le falta sección de canicas). Esto es de hecho lo que más me cabrea, por ser especialmente injusto. Si ocurre en el fútbol me da igual, primero porque no me interesa mucho y, segundo, porque eso es lo que son, clubes de fútbol (si bien con unos condicionantes extradeportivos muy ventajosos respecto a los demás). Lo que no soporto es que encima empleen esas ventajas que les proporciona el negocio del fútbol para corromper otros nobles deportes, ya que compiten en total desigualdad de condiciones con el resto. Así, equipos históricos en sus especialidades se ven obligados a vivir eternamente a la sombra de estos dos. Y cuando alguno consigue plantarles cara a base de esfuerzos titánicos, no pasan dos telediarios antes de que los grandes le desmantelen la plantilla a golpe de talonario. Vaya un mérito el suyo. Así cualquiera.

Ese es el motivo principal por el que disfruté parcialmente de sus estrepitosos descalabros.

Pero, volviendo al tema. El asunto es que Barcelona y Madrid están tan acostumbrados a pasar como apisonadoras sobre sus contrincantes que terminan olvidando lo que es enfrentarse a alguien de su tamaño. Y claro, cuando tienes delante a sendos equipos alemanes con su rocosa mentalidad, su intensidad superlativa y sus estadios abarrotados gritándote en la nuca sin parar ni un minuto, es probable que te caiga un chorreo y se te coman vivo si no estás a tope.

Eso es, en mi opinión, lo que ha sucedido en estas recientes eliminatorias. Es una teoría como otra cualquiera. No soy un entendido, puede ser cierta o puede que no. Lo que es evidente es que, en la alta competición, los detalles (la psicología es uno de ellos) marcan las diferencias. Y si uno no necesita ese grado de exigencia y esa chispa de competitividad durante toda la temporada es difícil que lo alcance para un día concreto (curiosamente, sí que marcaron 4 goles en liga, tan solo tres días después de la debacle europea).

No se discute que, en cuestión de talento, los españoles no tenemos que envidiar a nadie, pero en ocasiones se necesita sobre todo agresividad, capacidad de sacrificio y fortaleza mental. Al margen de estos últimos resultados, que son sucesos puntuales, los alemanes nos siguen llevando ventaja en ese aspecto, debido seguramente al modo en que se educan. Siempre demuestran máxima competitividad de principio a fin y nunca dan nada por perdido (ni por ganado) hasta que acaba. Por lo general, cuando los españoles somos mejores, puede que ganemos, y si somos peores perdemos seguro. Sin embargo otros como los alemanes o los italianos, cuando son mejores ganan seguro, y si son peores puede que ganen. Parece que eso va cambiando con el paso del tiempo, pero aún tenemos que mejorar en este sentido (aunque últimamente les hayamos sobado el morro con la selección, hahaha).

viernes, 3 de mayo de 2013

Responsabilidad, madurez... EDUCACIÓN

Algo bueno de salir a otros países es que te percatas de las cosas que hacen de manera muy diferente al tuyo. Así, al comparar los modos de actuación en diversos asuntos, se comprende perfectamente porqué cada uno está como está. Por desgracia, no se exige esta experiencia para dedicarse a la política. Solo mediante la observación y el sentido común aprenderían más que en sus universidades privadas, sus escuelas de negocios y sus emebeás superelitistas. Ningún país en el mundo es un modelo perfecto, pero hay que aprender de aquellas virtudes que otros tienen y nosotros no. 


En la entrada anterior di mi opinión acerca de cómo romper el círculo vicioso en el que España está inmersa. Como dije entonces, creo que eso solo puede lograrse por la vía del conocimiento y el esfuerzo, piedras angulares de cualquier país avanzado. Solamente en torno a eso se construye una sociedad más capacitada, más próspera, más madura y más respetuosa. Con todas las objeciones que se le quieran poner —que las hay—, Alemania es un ejemplo de esto. 

Aquí la gente alcanza un mayor grado de madurez mucho antes que en España. Me ha sorprendido a menudo encontrarme personas de corta edad con la cabeza muy bien amueblada, que hablan con criterio y responsabilidad de temas muy serios. A mi modesto entender, esa actitud rara avis entre la juventud española es debida a la educación recibida en todos los ámbitos desde muy pequeños. Responsabilidad, esfuerzo y formación son valores clave que se potencian en todo momento, tanto en el seno familiar como fuera de él.

A diario veo a los críos que vienen con sus mochilas de la escuela. No levantan un palmo del suelo, pero van caminando, en bici o en bus, sin que los acompañe ningún adulto. No es necesario. Esos pequeños cabroncetes ya pueden hacerlo solos.

Pocos años más tarde, siendo tan solo unos niños, ya toman contacto con sus primeras experiencias laborales. Es normal verlos repartiendo periódicos, folletos de ofertas o la hoja parroquial a cambio de un dinerito con el que se financian sus pequeños caprichos. Pero incluso a esa temprana edad surge la semilla de futuros emprendedores. Hace solo unos días vi un cartel por la calle que me llamó la atención. Era un folio DIN-A4 pegado en una farola, en el cual figuraba la foto de unos perritos a todo color. En la parte inferior tenía los típicos cortes para arrancar el trocito de papel con el número de teléfono. A primera vista pensé que se trataría de un anuncio por un perro perdido, unos cachorros regalados o algo así. Cuál fue mi sorpresa cuando me acerqué y leí lo siguiente:

"Cuidadora de perros. 11 años. Responsable y muy cariñosa con los animales."

A-CO-JO-NAN-TE. Subrayo la edad porque tiene bemoles la niña. Con 11 añitos y toda una empresaria en ciernes... Pues eso, los niños pasean, cuidan o dan de comer a los perros por un dinerillo. Y los "clientes" los contratan a pesar de su edad porque saben que pueden fiarse, además de para fomentar esa toma de responsabilidad temprana. A muchos esto le parecerá una chorrada, pero a mí me parecen cosas extremadamente significativas, porque sientan las bases de lo que viene después.

Cuando llegan a la adolescencia, cuentan con unos mecanismos de integración al mercado laboral dignos de mi admiración. La formación que reciben los chavales es increíble. No entro a valorar la que reciben en las aulas o en los libros, porque no la he visto. Yo hablo de la formación de verdad, la que se adquiere con las manos en la masa al lado de los que saben, y no chapando lecciones para repetirlas como un loro.

Todos los meses llega a cada empresa una nueva remesa de estudiantes en prácticas. Yo alucinaba las primeras veces que vi a chicos de 14 o 15 años donde trabajaba. Era algo tan desconocido para mí que pensaba si sería una jornada de puertas abiertas o quizá los hijos de algún empleado esperando a su padre. Pero no. A esa edad, los chicos toman su primer contacto con el mundo real. Realizan tareas que no se limitan a cargar cajas y hacer los recados. Asumen ya desde entonces responsabilidades y encargos serios. Empiezan a aprender lo que es un oficio y lo que es la vida. En otras palabras: maduran como personas.

Asimismo, llegan también estudiantes universitarios. Aquí es inconcebible terminar una carrera sin haber realizado unas prácticas en empresa. Y unas prácticas son unas prácticas, no una pantomima. Os garantizo que los trabajos que hacen son muchas veces imprescindibles, más importantes incluso que los de alguna gente que está en plantilla. Aportan nuevas ideas, frescura y el empuje propio de la juventud, que unidos a la experiencia de los veteranos con los que colaboran producen mejoras muy valiosas para la empresa.

Por eso no es casualidad que las empresas se rifen a los estudiantes. Mantienen una feroz competencia por atraerlos, y el abanico de opciones que tienen ellos para elegir es sencillamente envidiable. Y claro, habiendo demostrado su capacidad durante las prácticas, ¿qué empresa va a dejarlos escapar? Ninguna con dos dedos de frente. La práctica totalidad de los que entran en prácticas reciben una oferta de contrato de trabajo al concluir ese periodo, incorporándose así inmediatamente al mercado laboral.

Pero no termina ahí la cosa. Durante todo ese proceso, son muchos los que adquieren conocimientos y madurez suficiente como para dar el salto y crear su propia empresa. Y manteniendo el estrecho contacto empresa-universidad, pueden seguir desarrollando productos innovadores que las hacen crecer. Esas nuevas empresas generarán más riqueza para la región y a su vez servirán como trampolín para otros profesionales en el futuro. Habrá cada vez mejores opciones para no tener que marcharse a otra parte.

Este es, ni más ni menos, el círculo virtuoso al que hacía referencia la semana pasada. 

Y como todo va unido, es obvio que los beneficios de esa educación van más allá del ámbito académico y laboral. Unos jóvenes más maduros y responsables son infinitamente más respetuosos. No adquieren hábitos dañinos, no cometen actos vandálicos, no adoptan la destrucción por pasatiempo y no emplean gratuitamente la violencia. Se independizan inmediatamente de sus padres y no se convierten en perennes parásitos. En definitiva, gozan de una vida más plena: viven y dejan vivir.
"Educación es lo que queda después de olvidar lo que se ha aprendido en la escuela."
- Albert Einstein -